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Como perfectos machos alfa

Como perfectos machos alfa
Abro los ojos. Estoy arrodillada en lo alto de una ladera, desnuda, atada de pies y manos, y lo único que veo es el abismo. Puedo imaginarme el doloroso impacto contra el suelo si me caigo. Tiemblo, y temo que mi inestabilidad provoque la caída.

Los oigo murmurar detrás de mí, pero no entiendo lo que dicen porque hablan una lengua desconocida y extraña que no soy capaz de identificar. Me dan la vuelta, me ponen de pie y me observan detenidamente. Ahora estoy frente a ellos.

Son dos, sus cuerpos son enormes, corpulentos, y brillan al reflejo del sol por el sudor. Ambos tienen el pelo largo, muy largo. Lo llevan cogido en una coleta que cuelga hasta sus nalgas. Uno es más alto que otro. Llamaré al más alto A, y al más bajo B. Sus ojos son oscuros y su piel muy morena, todo en consonancia, como perfectos machos alfa.

Tengo miedo, no dejan de mirarme. Primero por delante, luego por detrás, por delante, por detrás, una y otra vez. Me imponen. Su mirada es tan intensa que puedo leer a través de ella sus intenciones. Empiezo a estremecerme, no soy capaz de mantenerme en pie debido a la agitación de mis piernas. Me caigo. El miedo se apodera de mí y empiezan a brotar lágrimas de mis ojos. Se ríen. Los miro cabizbaja y empiezo a preguntarles qué es lo quieren de mí, aunque yo ya lo sé. No responden, quizás porque ni si quiera me entienden.

A se aproxima hacia mí, cauto, pero firme, y me desata. Me levanto con la rapidez que me permite mi tembloroso cuerpo. Tengo la intención de huir. Me armo de valor y antes de volver a mirarlos salgo corriendo, esquivándolos, dejando la ladera tras de mí, pero caigo al suelo antes de poder recorrer apenas tres metros.

A se abalanza sobre mí, me golpea la cara con fuerza y me coge del cuello. Aprieta, tan fuerte que no puedo respirar. A los pocos segundos, me suelta, agarra mis manos, me levanta y me da la vuelta tan rápido que me mareo. Me aprieta contra él. Puedo sentir su vigoroso pecho en mi espalda, y su generoso miembro en mi sexo. Cierro los ojos en un intento de evadirme. Me agarra los pechos desde atrás, los palpa, los estruja y pellizca mis pezones para ponerlos duros. Es habilidoso y, para mi sorpresa, lo consigue. Huele mi pelo, con tal énfasis que pareciera embriagarse con él.

B mira, atento, pero no se aproxima, su miembro se yergue cada vez más mientras contempla la escena.

Las manos de A empiezan a recorrer todo mi cuerpo. De repente, me coge del pelo y me da la vuelta, como un juguete a su antojo. Estoy frente a él, su mirada cautiva la mía y… me besa. Un lujurioso beso que, al principio, recibo reticente. Sigue besándome, bajando poco a poco, desde el cuello hasta mi tripa. Noto sus labios y su lengua recorrer cada rincón de mi piel a conciencia. Me tumba boca arriba, y B agarra mis brazos poniéndolos sobre mi cabeza para que no me mueva. En seguida noto bajar su boca hacia mi sexo. Me abre de piernas, tanto que parece que voy a romperme, y comienza a lamer mi clítoris, lento y pausado. Siento mi vagina húmeda y mojada, y empiezo a notar como palpita, cada vez más intensamente, al ritmo de sus besos. Mi cadera se mueve libremente, acompañando los movimientos de su lengua. No soy capaz de controlarla.

Me siento extraña, una sensación desconocida, pero no del todo desagradable, me aturde. Estoy a su merced, cautiva, obligada, pero excitada y él, lo sabe.

Se detiene, me mira fijamente a los ojos y después dice algo que no entiendo a B. Suelta mis piernas, y las deja caer. Vuelve a mirarme fijamente mientras se pone sobre mí. Espero, con los ojos cerrados, a que su miembro me invada. No quiero mirar. Entonces lo siento, pero no dentro mi vagina, sino de mi boca.

Abro los ojos. No es su miembro, es el de B. Está de cuclillas metiendo su polla en mi boca, agarrándome la mandíbula desde arriba para que no la cierre. No me dejo, forcejeo, pero es inútil. Su miembro es tan grande que siento el glande rozar mi garganta con cada sacudida, me dan arcadas y casi pareciera que voy a vomitar. Sigue, y sigue, usando mi boca y moviendo mi cabeza hacia delante y hacia atrás. Está disfrutando, lo veo en sus ojos.

Mientras, los dedos de A me masturban. Me toca con movimientos circulares que abarcan toda mi vagina. Intento concentrarme en esa sensación cerrando los ojos para intentar olvidar la violación de mi boca. Lo consigo a medias. Sus dedos son enormes y temo sentir dolor si me los introduce en la vagina. Varía el ritmo y los movimientos de sus dedos consiguiendo que mi cadera vaya por su cuenta, sin control, otra vez.

Empieza a dolerme la mandíbula por la mamada. Cierro la boca varias veces, muevo la cabeza de un lado a otro, me quejo, intentando que pare. Finalmente lo hace, por orden de A, o eso me parece. Me relajo un poco.

Toda mi atención vuelve a estar puesta en las sensaciones que se apoderan de mi sexo. A empieza a introducir un dedo en mi vagina, y no me duele, porque estoy muy mojada y muy excitada. Lo introduce lentamente hasta meterlo entero. Una, dos, tres veces. Lo saca, se estira y me lo mete en la boca. Pienso que está bueno pero no dejo que mi cara lo exprese. Se levanta, y me pone a cuatro patas.

Entonces veo que B está frente a nosotros, después de la mamada se masturba mientras mira, su cara expresa su nivel de excitación y pienso que no va a tardar mucho en correrse. Me pregunto dónde lo hará.

Espero sentir, en cualquier momento, la polla de A dentro de mí. Pero aún no me la mete. Giro lentamente la cabeza y veo que se sienta detrás de mí, tiene una vista perfecta de mi culo en pompa y de mi coño, que chorrea incesante. Vuelve a masturbarme, ahora con dos dedos. Los mete y los saca mientras con la otra mano me agarra la cadera y me fuerza a moverla de delante hacia atrás. Sin parar, noto que empieza a darme besos en el culo, a escupirlo, a introducir su lengua dentro, muy dentro. Todo a la vez. Me dejo llevar y el placer sucumbe mi ser: ya no soy dueña de mí.

Sus dedos dan paso a su miembro duro y caliente. Me embiste con una sacudida lenta y profunda, que me deja inmóvil. Me agarra fuerte del culo mientras me hace suya, mientras su gran miembro entra y sale de mí una y otra vez. Me fundo con él. Me gusta su forma de hacerlo, estoy disfrutando y no quiero que pare. Pero para, me agarra del pelo, tira de él para que me incorpore y, cuando lo hago, comienza a morder y lamer mi cuello, lo que provoca un profundo gemido. Es entonces cuando vuelve a invadirme con su gran miembro. Me folla muy duro, la mete y la saca a su antojo, variando el ritmo y la profundidad de las embestidas.

Estoy empapada y no puedo dejar de gemir, cierro los ojos y me dejo llevar por él. Noto como, mientras me sigue follando, escupe sobre mi culo y lo explora con sus dedos, lo que provoca que abra los ojos casi automáticamente. Tengo miedo de las intenciones que se esconden tras ese gesto. No puedo dejar de pensar que pretende metérmela por ahí, por detrás.

Me tenso, los músculos de mi vagina se contraen involuntariamente y él reacciona con un gemido sordo que puedo escuchar. Inmediatamente saca su polla. Pienso que lo hace porque no quiere correrse todavía… Me mete los dedos, creo que son tres. Me folla tan rápido con ellos que no puedo dejar de gritar, no puedo pensar y no me puedo mover. Vuelve a escupirme en el culo.

Saca uno de sus dedos de mi coño y noto como empieza a introducírmelo por el culo. Me tenso de nuevo, pero estoy tan excitada y cachonda que, al ver que me gusta, me relajo rápidamente. Tiene dos dedos metidos en mi coño y uno en mi culo… me está follando con ellos sin compasión, con mucha destreza, y gimo y gimo de placer. No puedo controlarme, estoy fuera de mí y, por un momento, deseo sentir su polla llenar mi culo. Estoy siendo violada, me siento indecente, utilizada y… me encanta.

Mete su polla en mi húmedo coño de nuevo, muy lentamente. Quiere que sienta cómo entra entera, centímetro a centímetro. Cuando está completamente dentro, empieza a follarme rápidamente y, sin esperarlo, mete otra vez un dedo por mi culo.

Me lo está preparando, pienso. Lo que no tengo claro es si lo hace para follármelo él, sólo él, o para compartirme con B. ¡Son dos y yo tengo dos agujeros!, la idea me estremece, pues nunca he practicado sexo anal, y mucho menos he tenido dos pollas dentro de mí. Estos pensamientos me distraen y paro de gemir.

Él se da cuenta, y mientras me sigue follando el coño con su polla y el culo con su dedo, le dice algo a B, pero desconozco el qué. Muevo la cabeza de un lado a otro para mirarlos e intentar descifrarlo. Veo que B se aproxima. Me levantan. Cambian las tornas y ahora es B el que empieza a follarme, de pie, desde atrás, cogiéndome del cuello para que no me mueva. Me gusta, pero A me gusta más. Me dejo llevar y empiezo a gemir imparable de nuevo. Mis gemidos le excitan aún más. De repente, saca su polla de mi coño, inclina mi espalda hacia delante y se corre en mi culo. Me incorpora y noto cómo la corrida chorrea desde mi culo hasta mi coño. Se va.

Estoy exhausta, pero muy muy excitada, tanto que me tiemblan las piernas y antes de que A se acerque de nuevo, me siento. Así que aprovecha para follarme la boca. Yo estoy entregada, cada gemido suyo, provocado por mi lengua, hace que me excite un poco más. Después de un buen rato saboreando su miembro, vuelve a ponerme a cuatro patas y me lubrica el culo, por fuera y por dentro, con la corrida de B. Tiene metidos dos dedos y yo estoy cada vez más entregada y más deseosa de que lo llene con su polla.

No puedo abrir los ojos. Los mantengo cerrados para disfrutar al máximo de la experiencia y sentir cómo mi culo se va abriendo, poco a poco, cada vez más. Mete la polla en mi coño con los dos dedos dentro de mi culo. Grito… muy fuerte. Me revuelvo. Los saca, me da un azote muy fuerte en la nalga derecha, y justo en ese momento, con una fuerte embestida, me corro. Rápidamente, saca su polla de mi coño. Yo estoy en éxtasis, con los ojos cerrados disfrutando de cada segundo de mi orgasmo y, antes de poder reaccionar, me la mete, fuertemente, sin detenerse, mientras me agarra firmemente la cadera, por detrás….

Abro los ojos. Estoy tumbada en mi cama y el corazón me late muy deprisa. Me toco el coño y, al comprobar que mi orgasmo ha sido real, me doy cuenta de que A sólo estaba en mi imaginación, de que todo ha sido un sueño.

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