Futbol 5
Hola, me llamo Javier, tengo 34 años, soy soltero y desde hace 2 años no tengo novia. La anterior me dejó por qué según ella soy muy malo en la cama. Yo opino que ella no me sabía calentar lo suficiente. Pero son puntos de vista. Soy del interior, pero vivo solo en un apartamento en la zona de Ramos Mejía, cercana a Buenos Aires. Soy profesional, y trabajo en una de esas cuevas que fondean dineros oscuros. ¿Se entiende? Soy propietario de mi apartamento, tengo un buen carro y una cuenta en no diré en que paraíso fiscal. Se imaginan que he votado a Macri. Pero estos son datos que no sirven para mi historia. Soy bastante bueno jugando al fútbol de salón, ese que se juega en cancha chica y que los argentinos llamamos Fútbol 5.
Un día por intermedio de alguien, no muy cercano me invitan a jugar un partido, con gente desconocida. Como no tenía otra cosa que hacer, fui. Me presenté y jugamos. El partido normal, nos bañamos luego de jugar. En las duchas quedé impresionado con Gastón, nuestro arquero, quien además era el que comandaba el equipo, digo que quedé impresionado, nunca había visto en mis años de vestuario una verga tan grande, estando dormida. ¡Juro que no pude sacarle la vista! Cuando nos despedimos, Gastón me dice:
– Che, Javier, voy para Ramos Mejía. ¿Me podés alcanzar?
– Sí, pibe vení que te llevo.
Ya en el auto comenzamos a hablar de nada. Vos jugás bien, vos sos un buen arquero y nada más, el trayecto es corto. Cuando llegábamos a Ramos Mejía, le digo:
– Vení a casa y nos comemos un churrasco
– ¡Dale!
No sé bien como me animé. Pero temblaba de ansiedad cuando llegábamos a mi apartamento.
Estacioné en la cochera y subimos al piso. Entramos.
– ¡La puta que te parió que apartamento tenés!
– Sí, es bonito.
Lo dejé en el living y fui a la cocina, donde cociné dos buenos bifes de riñonada y preparé una ensalada de rúcula con piñones y aceto balsámico. Cuando todo estuvo listo, nos sentamos y comimos. De pronto él pregunta:
– ¡Che! Sácame de la duda, vos sos puto.
– Estás en p**o.
– ¡Dale boludo! Si no podías dejar de mirar mi verga cuando nos bañamos.
– Bueno, eso es cierto, pero era porqué me impresionó el tamaño…el s
Seguimos comiendo, cuando terminamos me dice:
– ¿Te atrevés a tener mi verga en la mano? Yo digo, para ver de qué tamaño es.
– Sí, me atrevo…
Se bajó los pantalones y el slip y apareció la verga aún más grande porque estaba erecta. Se la agarré con las dos manos, sería como medio kilo de carne caliente. Me hace baja para que mi boca esté cerca del monstruo. Primero se lo besé, luego la lamí y finalmente me lo metí en la boca. Él me empieza a coger en la boca. Al rato me produce una descarga de semen, que me toma desprevenido y casi vomito. Pero finalmente me lo tragué casi todo.
– Gracias Gastón, fue mi primera vez en chupar una verga. Me gustó.
– Putito, todavía no terminamos, vamos a la cama.
Obviamente fuimos, nos desnudamos, volví a chupar esa enorme polla. Cuando volvió a estar dura, me hizo poner en cuatro. Sin mucha dilatación en mi culo virgen, me penetró sin miramientos. Yo lloraba, gritaba, pedía piedad, pero no la hubo. Fue como si me violara, pero en realidad yo pedía que no me dejara de coger. Finalmente descargó todo el semen que le quedaba en mi destrozado culo.
Cuando nos compusimos, me culo sangraba, él dijo que su esposa lo esperaba, pedimos un Uber y antes de irse me dijo que la semana que viene me esperaba para jugar el partido y comer un churrasco en mi casa.
Cuando se fue, fui al hospital y me curaron el desgarro anal. Pero así comenzó la historia de nuestro equipo de fútbol 5.