MI HIJA ROSANA, MI NIETO Y YO.
Hola a todos, me llamo Juan, tengo 59 años. Hace 5 años mi esposa murió y desde entonces hasta hace ahora seis meses, he estado viviendo en soledad.
Cuando yo tenía tan sólo 19 años mi esposa y yo tuvimos una hija, Rosana.
Rosana se marchó de casa por desavenencias con su madre hace ahora 22 años, y desde entonces no había vuelto a saber de ella. Yo sufrí mucho esa separación, pues quería mucho a mi hija y verla marchar de casa con solo 18 años me produjo mucho dolor.
Hace ahora un año me hija me llamó. No sé cómo había conseguido mi número de móvil, pero allí estaba al otro lado del teléfono.
Me contó un poco de su vida. A los 20 años había conocido a un hombre y había sido madre. Durante 15 años los tres fueron felices, pero ella también había enviudado. Llevaba 5 años sola con su hijo y ahora lo estaban pasando mal.
Yo le ofrecí volver a casa, ahora que yo también estaba solo, ella dijo que se lo pensaría.
Al cabo de unos meses me volvió a llamar y dijo que aceptaba mi ofrecimiento.
En unos días se presentaron en casa los dos. Rosana era ya una mujer madura, con sus 40 años, pero muuuuuy hermosa. Su hijo de 20 era también un joven muy bien plantado.
La felicidad volvió a mi casa. Rápidamente congeniamos los tres y las sonrisas reaparecieron en nuestros rostros.
Pasaban los días y cada vez la intimidad entre nosotros crecía pareja a la felicidad.
La verdad que empecé a sentir una atracción sexual hacia Rosana, y sorprendentemente también hacia su hijo, mi nieto.
Al principio me resistí, me decía que eso no estaba bien, pero al final mandé al carajo todos los prejuicios. Pero no tuve valor de confesarles la verdad. Simplemente me limitaba a masturbarme pensando en ellos, en que los tres compartíamos cama y nuestros cuerpos, sin pudores ni convencionalismos creados.
Un día que me desperté a media noche me levanté al baño. Oí ruidos en la habitación de Rosana y me acerqué sigilosamente. La puerta estaba entreabierta y me asomé. Lo que vi, con la poca luz que entraba por la ventana, casi me hace desmayar. Rosana desnuda estaba siendo salvajemente penetrada por su hijo. Sus cuerpos sudorosos despedían efluvios de placer. Gemían calladamente para no despertarme, pero se veían que ese placer les llenaba intensamente.
En un primer momento pensé en huir, pero cambié de opinión y sin pensarlo abrí la puerta y encendí la luz de la habitación.
Los dos se quedaron paralizados primero y luego corrieron a tapar sus cuerpos desnudos con las sábanas.
Mi hija balbuceando comenzó a dar explicaciones, que si su soledad, que si la pubertad de su hijo, que si…sus palabras salían a duras penas de su boca y unas lágrimas comenzaban a aflorar en sus ojos.
Enseguida la interrumpí. Le dije:
– Calla, yo también tengo que confesaros algo, yo también os deseo desde el primer día que aparecisteis en esta casa.
Nuevamente sus caras se llenaron de asombro, para inmediatamente volverse a llenar de felicidad.
– Papá, ¿de verdad?.
– Sí hija.
Entonces ella se levantó, ya sin vergüenza de mostrarse desnuda ante mí, tomó mi mano y me invitó a la cama con ellos.
Entre los dos me despojaron de mis ropas. A pesar de mi edad no me conservo mal y parece que mi cuerpo les resultó de su agrado.
Para cuando terminaron de desvestirme mi pene estaba erecto como un mástil. Inmediatamente los dos comenzaron a lamerlo, alternando sus lenguas y sus bocas. Eso me llevó al clímax.
Luego mi hija delicadamente se tumbó boca arriba, mostrándome toda su belleza, y ofreciéndome su vagina para que la penetrara. No lo dudé ni un momento, introduje mi pene en su dulce cuerpo, mi éxtasis alcanzó un máximo jamás imaginado. A la vez mi nieto introducía su pene en la boca de mi hija, dejando a mi alcance su hermoso y depilado ano, sobre el que abalancé mi lengua. En ese maravilloso triángulo los tres llegamos a un orgasmo simultáneo y tan intenso que nos derrumbó en la cama, para entrelazados dormir el resto de la noche.
Como imaginareis esta fue una primera noche de muchas. Otro rato os cuento más.
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