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Un hostal, dos guarrillas y yo parte 1

Aidra Fox

Un hostal, dos guarrillas y yo parte 1
Coría el año 2001, me acuerdo perfectamente porque fue cuando nos empezaron a introducir el jodido y puñetero euro. El caso es que por diversos motivos, la casa donde vivía fue precintada por el Ayuntamiento, debido a una vecina que no paró hasta conseguirlo (y a la que luego le salió el tiro por la culata); cómo tenía algunos dineros ahorrados y no iban a ser muchos días (lo que durará la inspección y el dictamen de los técnicos), me busqué un alojamiento provisional, y encontré un hostal que estaba muy bien de precio, estaba en una buena zona y tenía buena pinta. En la recepción había una pareja de unos 50 años, que me atendieron muy bien y me llevaron a la habitación, que estaba en un patio central grande con flores por todos lados. El cuarto no estaba mal, una buena cama, un armario empotrado, una mesita de noche y otra mesita con una tele pequeña. Me dijeron que la única regla era que la puerta de la calle se cerraba a las 11, y ya no entraba nadie, y yo les dijé ue sin problemas, que sólamente pararía allí para dormir. Pregunté, ya que no había visto cuarto de baño en la habitación, y me guiaron hacia unas duchas que había al fondo del patio a la izquierda, que la verdad, estaban muy bien.

Pagué los cinco días que pensaba que iba a estar, y llevé mi maleta a la habitación, y cuando estaba guardando la ropa, llamaron a la puerta pidiendo paso, le dijé que entrara y una chica entró en la habitación:
– Hola, soy Natalia, te traigo sabanas limpias, si no te importa, voy a colocarlas- dijó con una voz muy melosa.
Le dijé que adelante, y empezó a colocarlas. La verdad es que, en un momento de distracción, aproveché para mirarla; la chica no estaba nada mal, era guapilla de cara con un pelo castaño, cuerpo ni gordo ni delgado, y cuando se giró, pude apreciar que sus pechos eran pequeños, y que tenía un buen culo. La chica terminó su tarea, y yo decidí darme una ducha y acostarme, ya que eran casi las 10 de la noche y estaba muy cansado del ajetreo de ese día. Cogí una toalla de mi maleta, y llevando un albornoz que me habían dado, fuí hacia las duchas, y cuando terminé de secarme y estaba poniéndome el albornoz, otra muchacha entró a las duchas.
– Uy, perdona- dijó- creía que a esta hora no había nadie, y venía a apagar las luces.
– No te preocupes- le contesté- ya he terminado.
– Tú debes ser el huesped nuevo que me ha dicho mi prima, ¿no?.
– Sí, me llamó Javier, y tù- pregunté por educación.
– Yo soy Beatriz, pero todos me llaman Bea- dijó ella, mientras yo la miraba. No estaba nada mal, tenía casi el mismo cuerpo que su prima, pero con más curvas, y tenía el pelo casi negro. Nos despedimos cada uno para su cuarto, ví un rato la tele y me acosté.

Los dos primeros días pasaron normal, llegó el viernes y a descansar hasta el lunes; los colegas me llamaron para quedar, pero no me hacía mucha gracia, ya que en la pandilla estaba una chica con la que había cortado hace poco, y teníamos muy mal rollo, así que compré una botella de alcohol, unos hielos y preferí pasarlo solo. Al llegar al hostal, me extrañó que la puerta estaba cerrada ya que sólo eran las 9 y media, llamé al timbre y vinó Nati a abrirme, la cuál me explicó que sus tíos, que eran los dueños, se tenían que marchar al pueblo el fin de semana por un asunto, y dado que yo era el único huesped, cerrarían y las muchachas estarían tranquilas. Fui para mi habitación, solté las bolsas, y fuí a darme mi ducha como siempre. Estaba terminando de ducharme cuando oí unas risitas, fui a coger la toalla o el arbolnoz, y no estaban.
– Joder con las niñas estás- pensé y a continuación, exclamé en voz alta:
– Chicas, si es una broma, no tiene ni p*** gracia, joder, que estoy en pelotas.
Nadie contestó, así que decidí irme a mi habitación, cerré y a los cinco minutos, llamaron:
– Anda, porfa, abre , que era una broma- dijeron dos voces de mujer, que se asomaron a la ventana poniendo caritas de pena. Intenté no abrirles, pero tampoco era para tanto, así que les abrí, y entraron; lo primero que les dijé es que hubiera pasado si hubiera habido más gente, y ellas dijeron que por eso lo habían hecho, porque sólo estabamos los tres.

Las chicas vieron las botellas de whisky y ron, y me dijeron que si las invitaba, yo les dijé que los menores no debían beber, y ellas se rieron, para luego decirme que ya tenían 19 cada una. Empezamos a hablar y así me enteré que vivían con sus tíos ya que estaban estudiando en la capital, y así no pagaban una casa. La cosa se fué animando con la bebida, hasta que las chicas dijeron que ahora venían y se fueron; pasaron unos minutos, hasta que apareció Bea cubierta con un batín y me dijó que la siguiera con el whisky. La seguí hasta la segunda planta, a un salón enorme donde ya estaba Nati sentada en un sofá, la cuál mirandome me dijó:
– Es mejor que sigamos la fiesta aquí, que es más grande y no tan chico como tu cuarto.
Seguimos bebiendo, las chicas estaban a mi lado, y en uno de los movimientos de Bea, pude ver que parecía no llevar nada debajo, lo que me pareció provocador y muy picante.
Ellas cada vez estaban más desinhibidas, hasta que en una de sstás, cuando se levantó, todo el batín de Nati se abrió, mostrando todo su cuerpo desnudo, que estaba fabuloso. Les dijé a las chicas que esto no podía ser, que podría ser su padre, a lo que Bea contestó diciendo:
– Es que sabes, mi prima y yo tenemos un problema- mientras su batín caía al suelo dejando también todo su cuerpo desnudo- nos gustan más los maduritos de tu edad que no los niñatos de la nuestra.

Yo estaba alucinado, no me creía que esas dos chicas estaban tan salidas, pero el caso es que mi pene si respondió, poniendosé cada vez más gordo y abultando en el pantalón del chandal que tenía puesto. Las chicas se dieron cuenta y acercándose, tiraron para abajo de el, dejando mi miembro casi erecto a su vista.
Bea y Nati lo miraron cómo asombradas, y empezaron a toquetearlo de arriba abajo, primero con sus dedos y luego con las manos, estaban cómo hipnotizadas, parecían no haber visto uno igual.
– La h***** p***,- exclamó Bea- pero, joder, que pedazo de polla tienes, tío.
Nati no dijó nada, había comenzado a chuparmela e intentado comer la mayor cantidad de mi pene posible, pero sólo llegaba hasta la mitad, pero yo le decía que siguiera, hasta que no pudé decir nada más, ya que Bea me plantó todo su coño afeitado y sonrosado en la boca. Le agarré las nalgas y empecé a lamer ese coñito, lo que provocó sus primeros gritos de placer, mientras su mano apretaba la cabeza de su prima sobre mi polla, que estaba casi forzando su boca a más no poder.
– Conque queriaís juerga, no, pues ahora vaís a saber lo que es un madurito.- grité. Cogí a Bea y empecé a sacarla y meterla en su boca furiosamente, mientras su saliva se escurría por mi pene. Sentí una lengua por detrás, era Nati, que me estaba lamiendo el escroto, lo que provocó que mi polla se hundiera en la boca de Bea, que casi vomita de la impresión.

Me senté en el sofá, pusé mi polla en posición y Nati se ensartó en ella, primero despacio y luego más rápido, hasta que todo su coño albergaba mi miembro. Para mí que se volvió loca, ya que sus cabalgadas eran brutales, su coño se llenaba con cada embestida de mi rabo, y para colmo, Bea no paraba de masturbarse mientras me lamía las pelotas. Nati tuvó un orgasmo que la hizó gritar como una posesa, momento que aproveché para retirarla y cogiendo a Bea, la pusé a cuatro patas en el suelo y le endiñé toda mi polla en su coño, que le hizó gritar como una loca. Nati se había recuperado, y empezó a morrearme mientras yo seguía follando a su prima. Era increíble, aquellas guarrillas no tenían fin, querían más y más, parecían dos locas de las folladas.
Las pusé a las dos boca arriba, con los pies en el respaldo y sus caras en el filo del sofá.
– ¿Qué vas a hacernos, pedazo de c*****,?- dijó una de ellas
Comencé a follarles la boca a las dos, metiendoles mi polla y haciendo que cada vez echaran más saliva de sus bocas, hasta que cuando sus caras ya estaban casi empapadas de ella, me retiré, cogí a Nati, la pusé en el brazo del sofá, le abrí las piernas al máximo y le metí mi polla hasta el fondo con unos achuchones bestiales, hasta que sentí que mi polla estaba a punto de explotar, la saqué de ese coño tan delicioso, fuí hacia Bea, hicé que me la mamara cuatro o cinco veces, y a continuación, varios chorros de mi semen empaparon su cara, pero lo que vinó después fue tremendo. Mientras yo me recuperaba, Nati empezó a lamer toda la cara de su prima, recogiendo toda mi crema con su lengua y alamcenando semen en su boca, para luego echarlo en la boca de Bea, que se lo devolvió, hasta que al final las dos se tragaron toda mi corrida.

CONTINUARA…

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