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de putita con mis compañeros

de putita con mis compañeros
Hola, quería agradecerles por sus comentarios en mi relato anterior y contarles sobre mi 2º experiencia…

Como les contaba, mi tío me desvirgó aquella noche y desde ese momento algo cambió en mí. Me fascinaba mucho más la idea de poder estar con hombres

(No chicos de mi edad, H O M B R E S, con todas sus letras). Ahora cada vez que andaba por la calle y veía algún machote mayor que yo me quedaba como boba mirándolo, mis pezones se ponían durísimos y curvaba un poco mi espalda para acentuar más mi cola, que gracias a la naturaleza, ya tengo bastante. De hecho desde pequeño me han m*****ado por ser muy culón. Mis caderas son anchas y yo, ni tonto ni perezoso, uso sólo ropa que me permita lucir mis caderas de mujer. Además soy lampiña, por lo que mi piel es suavecita.

Además hay otro detalle que me ha venido bien para seducir a los chicos con los que e estado y es que tengo unas tetitas chiquitas, pero tetitas al fin y al cabo, que gracias a un poco de gym puedo tenerlas un poco duritas, pero que sumadas a mi cola… bueno, sumadas me han permitido gozar de buenas herramientas.

Esto ocurrió como 2 o 3 meses luego de lo que había sucedido con mi tío… y fue en el cole. Ustedes saben los crueles que pueden ser los chicos, más aun estando en un colegio de hombre, existían ciertos permisos para insultarnos y m*****ar entre nosotros.

Yo iba 1 año adelantado para mi edad en el cole y ya estaba en el último año de media

(Secundaria). En mi curso éramos 36 compañeros, no muchos eran atractivos, la verdad. Pero habían 2 que me llamaban la atención: Felipe y Gabo. Felipe era alto, alrededor de 1.78, moreno, con un cuerpo gigante, pues jugaba rugby y se la pasaba en el gym, razón por la que creo le iba mal como estudiante, pero que le permitía tener unos brazos grandes. Gabo era más bajito, 1.65, pero tenía algo que me atraía y era su forma de hablar y de hablarme, tenía algo de macho dominante, eso que tanto nos gustan a las pasivas como yo.

Como les decía antes, mis caderas y mis tetitas me hacían objeto de burlas algunas veces y ellos lideraban. Me decían culona, putita, tetona, niña y hasta llegaron a decirme que me embarazarían, que podría ser la madre sus hijos y cosas de ese tipo. Al hacer la fila para entrar a clases alguno de ellos se ponía detrás de mí y rozaba su paquete contra mis nalguitas. Como Felipe era muy fuerte, varias veces me agarraba por detrás

(Y yo hacía como que quería safarme, para que no pensaran mal de mi) y comenzaba a moverse. Mis compañeros miraban la escenita y se reían burlescamente. Gabo le seguía el juego y se ponía delante y comenzaba a hacer el mismo movimiento. Una vez ambos se erectaron y lo noté, los miré a la cara y ellos me soltaron y volvieron a sus asientos.

Así ya estábamos en a fecha de exámenes y como a mí me iba bien en el colegio, Felipe me pidió si podía ayudarlo a estudiar. Yo, obviamente acepté!

Ese día me preparé para ir a su casa. Como yo sabía que quizás podría volver a m*****arme de la misma forma que lo hacía en el colegio, me puse una tanguita pequeñita que encontré en el closet de una de mis hermanas, así sentiría más su paquetito mientras rozaba su cuerpo contra el mío. Era una pieza roja de encajes que por la parte trasera era muy chiquitita, una especie de hilo dental que quedaba muy metida en mi culote.

Eran las tres de la tarde, tomé mis cuadernos, un par de lápices, un libro y partí a la casa de Felipe. Al llegar él me recibió y me dijo que no había nadie en su casa, por lo que podríamos estudiar de lo más tranquilos. “Vendrá Gabriel también, pero llegará en unos 15 minutos” agregó. Le dije que estaba bien, que me la podría con los dos y él me miró de reojo y se puso a reír. “Para estudiar” le aclaré.

Nos dirigimos a su habitación, puse mis cosas en un escritorio que tenía frente a su cama y él acomodó 3 sillas. “Siéntate en la del medio para que los dos podamos aprender” me dijo. En ese momento sonó el timbre. Felipe bajó a abrir y al volver venía con Gabriel.

– Ahora ya estamos listos, empecemos para no se nos haga tarde”- dijo Gabo.

– Está bien- contesté.

Nos pusimos a estudiar y cuando llevábamos alrededor de una hora, se me ocurrió preguntarle a los chicos porqué les gustaba m*****arme en clases.

Es sólo para m*****ar – contestó Felipe

Sí, sólo eso, pero nos caes bien. Es para pasar el rato y que las clases no sean tan aburridas – agregó Gabo.

¿y porqué empiezan a rozar sus paquetes contra mí y no contra otros? – pregunté, quizás con algo de morbo y esperando provocar alguna reacción en ellos. Más que mal tenía que hacer nombre al apodo de zorrita que me puso mi tío.

Porque igual tienes culo de mina – me contestó Gabo.

En ese instante, y debo reconocer que con intención, tiré un lápiz al suelo y me agaché a recogerlo. Mis pantalones suelen quedarme muy ajustados en mis caderas, por lo que se me bajaron un poquito, asomándose mi tanguita roja. Yo me imaginaba la situación con estos dos machos, con sus hormonas a flote, mirando la escena que les estaba dando su compañero con culo de mina.

Cuando me puse de pie, ellos se miraron entre sí y luego dirigieron la vista hacia mí. Nuevamente en tono burlesco me dijeron, casi a tono:

Qué linda tanga llevas, Fran

Yo me enrojecí un poco y agaché mi mirada.

¿Nos estas mirando el paquete? – me dijo Felipe, el más grande de los dos.

Tengo la verga dura de solo ver la puta que eras en verdad- dijo Gabriel – ya veo porque cuando te agarramos delante de todos no pones ningún empeño en querer arrancarte, ¡ si te gusta el pene!.

Mira marica – habló Felipe con un tono más o menos fuerte- ya que tienes la ropa interior, sólo te falta lo de arriba, que puede ser para calentarnos. De todos modos, igual queremos verte la tanga, pero queremos, ¿verdad Gabo?, que nos deleites un ratito.

Por supuesto, mira que mi novia no quiere debutar conmigo y dice que se guardada para el matrimonio la muy tonta. Apúrate. – me dijo Gabo.

Felipe me llevó a la pieza de su hermana y dijo que viera algo que me gustara y me lo pusiera y que no me preocupara porque su familia llegaba muy tarde los días de semana.

Yo estaba caliente por toda la situación… y dispuesta a satisfacer a mis dos compañeros, más que mal quizás hasta me llevaba el premio al mejor amigo del curso, o mejor amiga, para ser más precisa.

Abrí el clóset de su hermana y encontré un sostén rojo, como mi colaless, que me quedaba a la perfección y ajustado a mis tetitas. Una faldita de colegio que apenas me tapaba el culo, pues como les decía, culo me sobra. Unos tacones y encontré una camisa blanca que até a la altura de las costillas. Me vi en el espejo y me veía muy calentona. Agarré un poco de maquillaje que había en una mesita de esquina, pinté mis labios y me pinté un poquito los ojos. Me miré nuevamente y parecía una perra… como me gusta parecer… una perra en celo que necesita a un macho calentón que la quiera ensartar.

Me fui al cuarto de Felipe y ahí estaban los dos. Me miraron fijamente y Felipe, por ser dueño de casa, fue el primero en tocarme. Me senté en su pierna y empecé a acariciar su pecho grande y fuerte que le había dado el gym. De verdad lo tenía muy duro.

Párate – me gritó Felipe.

Yo le hice caso y comenzaron a agarrarme como lo hacían en el colegio. Felipe se puso por detrás y me agarró las nalgas con una fuerza tremenda. Yo sentía como si me las quisiera reventar. Por delante, Gabo me desató la camisa, me sacó el sostén y comenzó a chuparme las tetas también fuerte. Mordía mis pezones y de vez en cuando sacaba su boca de ahí y con sus manos me las apretaba. “A ver si te crecen más aún, tetoncita” me decía al oído. Por mi parte, agarré sus vergas, una con cada mano. La acariciaba con mucha pasión, firme pero con cariño a la vez. Las tenía en mis manos y estaban durísimas. La de Felipe era como de 19 o 20 cms y la de Gabo era como de 18 cms pero muy gruesa.

Ellos seguían en lo suyo cuando Gabo me pregunta: ¿Qué te parecen nuestros picos?

Muy ricos – le contesté sin pensarlo.

Pues entonces chúpala, perra – me dijo Felipe, empujándome hacia abajo y yo quedando de rodillas frente a él.

Recuerda que tienes dos, marica – agregó Gabo poniéndose al lado de Felipe.

Yo arrodillada, los miré como queriéndoles agradecer la oportunidad que me estaban dando de ser su putita. Tomé la verga de Felipe y la metí en mi boca. Estaba caliente. Lamí su glande primero y luego me la comía entera. A veces me atragantaba con ella, porque llegaba muy profundo en mi garganta. Me la sacaba, tomaba un poco de aire y mamaba la de Gabo, que apenas cabía en mi boca de lo gruesa que era.

Las chupé con muchas ganas, de arriba abajo, me movía en ellas, las gozaba, las mojaba, las volvía a meter completas en mi boca. Les lamí sus bolas, pasaba mi lengüita por ellas y luego intentaba comérmelas. Esos sí que eran penes.

Mis compañeros gemían, se las agarraban y casi competían para que yo se las chupara. Cuando estaba con la de Gabo en mi boca, Felipe me tiraba los cabellos y me ponía a chupar la suya. Cuando estaba en ello, Gabo me agarraba la cara y me giraba para comerme la suya.

En un instante, tenía la de Gabo en mi boca. Él estaba con sus ojos cerrados, de pie, y yo arrodillada frente a él como una sumisa putita. Felipe empezó a meterme un dedo en el culo, luego dos. Puso un poco de saliva en mi culito y metió 3 dedos. Yo me sentía en el cielo. Me pidió que me sacara la tanga. Puso un poco más de saliva en mi culo, mojó su verga y comenzó a clavármela. Yo lo gozaba. Cerré mis ojos y me imaginaba la escenita. Por delante con la verga de Gabo metida hasta la garganta y por detrás el grandulón de Felipe atravesándome.

Cuando ya la tuvo dentro de mí comenzó a moverse. Su pelvis chocaba contra mí y me fascinaba. Sus bolas chocaban con la entrada de mi culo y él me agarraba muy fuerte, a veces algo desmedido, pero me encantaba. Me sentía sometida a estos dos hombres, sin poder gemir, sin poder pedirles piedad. Dejándome hacer todo lo que ellos quisieran.

Felipe la sacó de mi culo y le dijo a Gabo: ahora te toca bombearla a ti, amigo.

Gabo la saco de mi boca. Me pidió que me pusiera de lado en el suelo, se acostó detrás de mí y me la enterró completamente. Yo grité porque sentía que me partían el culo. Felipe muy enojado me dio una bofetada y me dijo que no gritara, porque no quería que sus vecinos supieran la puta que estaba jodiendo en casa. Se arrodilló frente a mí y me puso su pene en mi boca.

Gabriel me abrazaba por la cintura y me bombeaba el culo muy rápido, pero con menos fuerza que Felipe. “Mi novia jamás me dejaría que le diera y menos por el culo” me dijo en alguna ocasión Gabo.

Felipe disfrutaba de su mamada. Comenzó a moverse en mi boca como si fuera un culo, como si estuviera dándome por la boca. Yo apenas podía respirar, me ahogaba. Me caían algunas lágrimas por lo mismo, pero me sentía espectacular: una puta.

De repente ambos empiezan a acelerar sus movimientos. Gabo me la saca del culo. Yo aproveché de acostarme de espaldas en el suelo, pues mi culito estaba adolorido. Cuál es mi sorpresa que ambos se ponen de pie. Yo desde el suelo los veía moverse la verga hasta que algunas gotitas de semen comenzaron a caer en mi cara. Ambos, Felipe y Gabriel, sudados, estaban acabando en mi rostro, tirándome toda su leche de macho sobre esta perrita en celo.

Yo en el suelo intentaba saborear lo que caía en mi boca y estaba muy rico… una mezcla entre dulce y ácido que me encantaba, más aún luego de haber tenido a esos dos hombres y a esas dos vergas en mí. Ahora si me sentía una puta.

Nos vestimos y seguimos estudiando. Claro que ahora era distinto a cuando empezamos, porque mientras yo les explicaba las matemáticos ellos me metían deditos por el culo o me agarraban mis senitos de nena.

Cuando ya eran las 6 PM, debía irme pero Felipe me ordenó a irme con los sostencitos puestos debajo de mi polera… yo le obedecí como buena puta.

Me costó mucho tomar taxi, pues la casa de Felipe estaba un poco alejada de la mí. Recién a las 9 PM tomar algo, pero tuve la mala suerte de que el chofer era un pervertido de aquellos… o buena suerte… =p

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