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Lorena, un interludio

Lorena, un interludio
Lorena, un interludio

Lo sabía, lo sabía desde la primera vez, lo sabía desde que visite esa playa por primera vez, y la vi…
Hablaba de temas vagos con Magali, sentados bajo la sombrilla de La playa, mirábamos el mar, pero mis ojos no podían evitar dirigirse a aquella niña de cabello largo, lacio y de color caoba oscura, de estatura moderada a baja, que sonreía y no paraba de hablar. Aunque no escuchaba lo que decía.
Era visiblemente centro de atención de sus acompañantes, aunque enseguida me di cuenta de que sus cabezas estaban más ocupadas en aparentar, que en encontrar forma de tirarse aquel bomboncito de escasos 15 años, eran tres rubios robustos, que a simple vista aparentaban gimnasio, mayoría de edad, dinero y algo de estupidez.
No les di importancia y seguí en lo mío, intentando casi con esfuerzo seguir la conversación de Magali, en tanto adivinaba sus formas, ocultas bajo una campera de jean corta, que dejaba al descubierto una cintura que -apostaba- no superaba los cincuenta centímetros, y debajo del pareo de color oscuro unas piernas bien torneadas y un culo que prometía…
…y cumplió!
Regresamos días después ya que esa playa y su parador nos era de mucho agrado y – por suerte para mí – no debí insistir en sentarnos a tomar algo ya que Magali estaba sedienta. Y allí estaba Ella, alejada unos metros de la mesa en la que estaban sus acompañantes y apoyada sobre la baranda de madera del extremo que daba al mar.
Su bronceado era increíble, perfecto, no era exagerado, pero si extremadamente parejo, sus piernas hermosas y… ahora apreciaba en su totalidad -aunque aún cubierto por su pareo- la forma de su culo, solo Dios pudo haber concebido un diseño tan perfecto, fue el momento en que lo supe, seria mío, solo necesitaba una oportunidad…
…y esta se dio.
Tras una noche en que salimos a bailar con parejas amigas, se había generado una discusión, esta no tenía importancia, pero sirvió para que peleáramos durante toda la tarde con Magali, y esto termino con Ella sin querer subir al auto y caminando sola. Ofuscado, decidí que era buen momento para unas cervezas y no para ir al departamento ya que quedaban dos horas de sol aun y no quería desaprovecharlas, me dirigí al parador. Y ahí comenzó mi aventura.
Tomaba una cerveza, me había sentado solo en una mesa para dos de aquel parador de madera, el viento del mar arremolinaba mi pelo y me m*****aba, pero el regalo que ofrecían a mis ojos las figuras de las chicas que jugaban que jugaban en la arena con una pelota a escasos metros, me hacía olvidar el fastidio que el cabello en la cara me provocaba. Hasta ese momento Ella estaba con su compañía habitual, pero un tanto alejada,
uno de sus acompañantes la ocultaba a mi vista hasta que de pronto se puso de pie y se recostó sobre la baranda quedando justo entre la playa y mi mesa, ofreciéndome nuevamente el hermoso espectáculo de su culo, esta vez no llevaba el pareo, con lo que el espectáculo era inmejorable, usaba una bombacha pequeña -fue moda ese verano usar ropa interior y no mallas tradicionales entre las chicas más bonitas, lo que hizo que Magali dejara a más de uno con la boca abierta y los ojos en sus pechos- negra y con un pequeño borde de encaje.
Repentinamente algo me saco de mi embeleso, gritos de las chicas más agudos de lo normal y de pronto la pelota estaba en mis manos, Ella se había dado vuelta como para alcanzarla, y se encontró con mi mirada. – Toma.
Le dije.
Ella sonriente la toma en sus manos y acto seguido la arrojaba de un golpe con sus dueñas.
– Gracias.
– De nada, quieres compartir? Dije señalando mi media botella de cerveza.
– Con gusto aceptaría, pero no bebo.
– Mozo, una gaseosa! Dije sin levantar demasiado la voz.
– Naranja. Agrego ella sentándose frente a mí.
A poco el Mozo serbia su vaso, y mi cerebro se devanaba intentando dilucidar cuál sería la mejor forma de encarar a una chica tan tierna para poder tenerla con tan poco tiempo.
– Té vi con una chica, es tu novia? Aventuro sin avergonzarse.
– Era. Conteste decidido.
Y comencé a argumentar que no soportaba sus celos y la había dejado volviendo ella y dejándome solo en el departamento en el que nos quedaban
15 días más de alquiler.
Así siguió la conversación, enfocada en el tema de parejas, en la que me anime a confesarle que no había dejado de admirarla, y que esto había hecho entrar en cólera a Magali – cosa que en absoluto era cierto, ya que
Magali ni lo había notado -, sus amigos se habían levantado, y no sin recelo se habían subido a sus dos cuadriciclos y la había dejado ante su insistencia de que yo la llevaría a su casa.
No era aún noche cuando nos encontrábamos ya lejos del parador, besándonos y abrazándonos recostados contra la puerta de mi móvil.
Marcha bien, -pensé- pero esto no significa nada; Lorena -que así se llamaba- acusaba tan solo 14 años, e imagine que no me sería fácil convencerla de que me deje cogerla en nuestra primera cita.
Pero no pensaba dejar de intentarlo, ya que era todo una farsa, y al día siguiente me vería con Magali y se irían mis oportunidades de alzarme con ese trofeo. Por lo que decidí no dar más vueltas, y comencé a manosear con firmeza sus nalgas – que eran duras y sorpresivamente carnosas- mientras con mi mano izquierda desabrochaba su corpiño bajo su campera de jean.
Al parecer estaba acostumbrada al manoseo -quien que la haya tenido habría resistido tocar sus redondeces?- pero cuando se desabrocho el corpiño y sus casi inexistentes tetitas quedaron ante mi vista pareció incomodarse. Esto me dio la excusa para decirle que entráramos al auto. Lo hicimos, pero previamente recosté las butacas de forma que me diera más espacio para moverme y poder tomarla.
La recosté, y a poco me baje la bragueta y le enseñe mi pedazo de carne palpitante, enseguida me dijo que no quería hacerlo, pero sus ojos discernían, por lo que tape su boca con un beso y dirigí su mano a mi miembro, tenía manos pequeñas, apenas llegaba a abrazar la totalidad del grosor de mi virilidad, lo tomaba por la parte superior y casi imperceptiblemente lo empujaba hacia su vagina, aun cubierta por su bombacha negra, en eso permanecimos unos minutos, a besos y caricias, Ella no me soltaba el pene, yo no soltaba sus nalgas, y tiraba suavemente de ella metiendo su bombacha lentamente en su raya. Un momento después corrí su bombacha a un costado y comencé a penetrarla, note su dolor y mientras lo hacia ella me confeso que lo había hecho solo una vez y había sido una mala experiencia, eso me recordó a sus amigos…
Para completar la penetración pase mi brazo derecho completo debajo de Ella y tomándola por la cintura la traje hacia mi cerro sus ojos pero no grito.
Comencé a moverme lentamente, pero sin retirar ni la cuarta parte de mi largo de su interior en forma pausada. Así estuve largo rato y al poco note su primer orgasmo, el primero de su vida… Y luego otro, y otro más, en mi mente imaginaba que estaría satisfecha, pero yo quería más, después de todo yo no había acabado, y no pensaba dejar pasar la oportunidad de la penetración anal, obsesión que Magali había sembrado en mi durante el transcurso de ese año, no podía dejar pasar la oportunidad de sodomizar aquel culo tan hermoso de esta niña, aunque se negara sabía que lo tendría, lo supe la primera vez que la vi…
Apenas abandonando la penetración y sin hablar, levante mi pierna derecha y sin soltar su cintura con mi brazo derecho la voltee hacia mi izquierda mientras con una seña le indicaba que debía ponerse de boca abajo, aún anonadada con la experiencia, me miro con sus grandes ojos azules, en una mezcla de sumisión y temor, la visión de su espalda, de su cintura arqueada, de aquella bella redondez que se me ofrecía acentúo mi deseo, suavemente le dije al oído lo que estaba en mis planes, se volteó para verme y aprecié descubrir que sabía que era inútil resistirse, la decisión estaba tomada.
Suavemente la besaba en sus mejillas y con mi lengua jugaba en el lóbulo de sus orejas, mientras blandía mi miembro entre sus redondas nalgas, verlo, me excitaba tanto que mi vista casi se nublaba, palpitante, inmenso, palpando su culo pequeño, pero firme, dispuesto y carnal, inmaculado; lo balanceaba hacia arriba y negaba a mi vista sus delicias, hacia abajo y me ofrecía el pequeño triangulo visible de su ropa interior que más abajo ocultaba en el fondo la profunda raya que dividía sus dos médanos cálidos.
Con delicadeza quite la prenda y por un instante quedo a mi vista quedo mi objetivo, entonces abrí sus nalgas con ambas manos para observar bien su ano… Era tan pequeño! Casi del color de su piel bronceada, solo apenas más claro, rosado… Comencé a separar y soltar rítmica y suavemente sus nalgas observando como su larga raya se abría dejando a la vista su anito, para luego nuevamente esconderse en medio de esas paredes ardientes que no esperaban el suplicio.
Supe que le haría daño, mi tamaño era demasiado para esa delicadeza, lo pero lo haría!
Nuevamente lo blandía, esta vez rozando su ano con la punta de mi miembro, que expelía un flujo transparente, que poco a poco lubrico sus carnes, dejándome atravesar completa su raya, verlo era la gloria, mi tamaño hacia que se abriera casi al máximo su raya, cada vez más lubricada, y con su espalda más arqueada que nunca Lorena me ofrecía el paraíso, en la forma de su esfínter ya algo relajado pero pequeñísimo que se abría y cerraba rítmicamente en lapsos de segundos casi al ritmo un latido suave.
Tome mi pene en su mitad y comencé la presión en su ano, era muy dificultoso, su dilatación no alcanzaba a recibir el diámetro de mi glande, y Lorena comenzó a asustarse en demasía y bamboleaba sus caderas intentando evitar esa presión, así que decidí dominarla, tomándola de sus brazos, los cruce en su espalda y con mi mano izquierda los sujete contra su cintura presionando hacia abajo, inmovilizándola momentáneamente, con mi derecha seguí sosteniendo mi brutal erección en la posición y finalmente me introduje en su ano, escuchando su grito, que ahogado en llanto se transformaba en suplica.
Lo sabía, sabía que sería mía, sabía que la poseería, sabía que su culo seria la ofrenda que me daría placer en su el suplicio de su sufrimiento…
Sus brazos se tensaron y aunque en su delgadez no lo denotaba poseía una fuerza extraordinaria y con ella intentaba evitar ese dolor, del intruso que la poseía, era increíble como con tanto placer me controlaba y aun
seguía intentando ser suave, no había aun llegado a introducir mi pene en su longitud, así que dominándola con más fuerza eleve apenas mis caderas, retirando mi pene unos centímetros, lo que provoco al parecer algo de alivio en Lorena, porque se relajó apenas un poco, pero casi al instante empuje nuevamente invadiendo su interior, era increíblemente estrecho, increíblemente cálido, increíblemente placentero, nuevamente grito, pero se acentúo su llanto, que ahogaba el grito, esta vez me introduje en su esfínter hasta un tercio del largo de mi pene, y al salir nuevamente sentí un efímero relax en su cuerpo, pero al entrar por tercera vez esta vez en forma casi completa, mi pene había ensanchando endemoniadamente su ano, y provocando una avalancha de suplicas y llanto. Acalle algunos diciéndole que sería breve, que pronto acabaría, tratando de hacerle entender que no podía parar ahora, porque su encanto era demasiado y debía terminar lo que había comenzado.
Sabía que no me podría contener mucho, con lo que comencé a bombear, mientras luchaba por mantenerla quieta, y escuchaba su llanto, con cada empuje ella levantaba su cabeza arqueando su cintura, e intentaba inútilmente evitar al enorme intruso que violaba su precioso culo con violencia. Mejoro mi comodidad y tome un brazo con cada mano sosteniéndolos contra sus caderas para permitirme la visión de sus nalgas abiertas que parecían implorar piedad ante mi inmensidad, y lentamente Lorena fue entregándose, resignándose al suplicio, dejando de luchar con sus brazos y dejando de convulsionar sus caderas inmovilizadas ante la fuerza superior de mis brazos, dejando que su culo sea violado. Ya no luchaba, debilitada ya por la batalla y por el dolor por fin se entregó.
Solté sus brazos, que cayeron exhaustos al costado de su cuerpo, y tome firmemente sus caderas mientras penetraba profundamente sus entrañas, y descargaba mi orgasmo en lo más hondo de su cuerpo.
Me quede unos instantes así inmóvil, mientras lentamente se tensaba el cuerpo de Lorena como ansiando que me salga, pero por el contrario, volví a moverme en su interior y recuperando rápidamente el poco de erección que había perdido, y note que ella nuevamente se rendía, sus brazos volvieron a quedar inmóviles a su costado, y bombeaba mientras escuchaba su llanto y grititos cuando llegaba al máximo de penetración, gritos cada vez más apagados, que daban lugar a mas entrega y resignación, solo interrumpida por los espasmos finales de mi segundo orgasmo, durante el cual solo soltó un casi inaudible: por favor, acaba pronto, es insoportable…
En largas y profundas estocadas solté furiosamente las últimas oleadas de semen bien profundo en su ano sosteniendo y presionando ambas nalgas desde arriba aplastándolas con mis manos abiertas y esforzándome por abrir al máximo su raya para ver mi carne penetrar su dulzura de esfínter.
Estuve así, viendo a la pequeña mujer de tan encantadoras nalgas siendo separadas por mis manos, observando su ano relleno de mi propia carne, se veía inconfesablemente profanado, fue un largo rato, suficiente como para perder mi erección en su recto.
Luego salí de su interior y rápidamente me vestí, cuando la mire, estaba de costado, observándome con lágrimas en los ojos, casi en posición fetal, con su bombacha puesta y la mano derecha apoyada sobre su culo, como inconscientemente queriendo evitar que algo le suceda, que vuelva a invadirla ese tormento, solo atine a besarla, en agradecimiento…
Se vistió con su campera de jean e incorporamos las butacas, conduje en silencio, al dejarla en una esquina cerca del parador de la playa, volví a besarla.
Sonrío.

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